Hoy hablamos de una leyenda viva (de momento). Hablamos de un hombre que tanto con su grupo, Black Sabbath, como en solitario, ha formado parte de la historia de la música, del Rock, del Heavy Metal.
Este ser, procedente de lo más profundo del Infierno, no es otro que el mismísimo Ozzy Osbourne. A sus 65 años pocas cosas le quedan ya por hacer, pero sin duda, si hubo un momento clave en su vida, un instante que lo convirtiese en inmortal, ese fue el relato que ahora nos atañe.
Era un fría noche la del 20 de enero de 1982, y en la ciudad de Des Moines, Iowa, se reunían centenares de personas deseosas de asistir a uno de los conciertos que Ozzy iba a dar como promoción de su segundo álbum Diary of a Madam.
En las funciones anteriores, ya se había convertido en costumbre que entre Ozzy y la multitud se diese un intercambio, amigable, de intestinos de cerdo o gatos muertos, entre otras muchas cosas.
Pero aquella noche fue especial. Hubo una persona entre la inmensa muchedumbre, que fiel a la tradición, le tiró un objeto al cantante. Era un murciélago. El bueno de Ozzy creyó que se trataba de uno de goma, ya que no eran poco frecuentes en las giras, y sin pensárselo dos veces, le dio un mordisco y le arrancó la cabeza. Él definió la historia así:
“Inmediatamente pensé que algo iba mal, muy mal. Desde el primer momento, mi boca se llenó de ese caliente y asqueroso líquido, con el peor sabor que uno pueda imaginar. Podía sentir cómo estaba manchando mis dientes y bajando por mi barbilla. Oh joder, pensé, realmente no me he comido un puto murciélago, ¿no?”
Al final acabó en el hospital, donde le pusieron inyecciones contra la rabia. El momento que le encumbró al lugar de Príncipe de las Tinieblas, un título ganado a base de esnifar hormigas o arrancar con la boca la cabeza de una paloma. Así es, palomas también, pero eso ya es otra historia...
Ozzy y el murciélago:
Ozzy y la paloma:
Fuentes:
RollingStone.es
Wikipedia.org
EfeEme.com
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